Hablaremos un poco del origen de este pequeño pastelito, tan exquisito y tan colorido, que ha formado a ser uno de los dulces más típicos de la repostería francesa.
El macaron apareció en la Edad Media, diversificándose hasta alcanzar nuevas formas y nuevos sabores. Oriundo de Italia, el macaron pasó a Francia en el Renacimiento.
Algunos textos recogen una receta de macaron que regaló una confitería omeya a un califa otomano en el siglo XV en Siria. En aquel entonces, el dulce se conocía bajo el nombre de "louzieh".
Al principio este dulce constaba de una única cara. Si bien lo cita el insigne Rabelaiss, su origen sigue siendo un misterio. Sin embargo, numerosas ciudades pretenden que nació dentro de sus muros y múltiples leyendas se crearon alrededor de este dulce a base de almendra, azúcar y clara de huevo, crujiente por fuera y blando por dentro.
Algunos afirman que este ‘ombligo del monje’ (Larousse Gastronomique) fue creado en 791 en un convento cerca de Cormery, otros dicen que Catalina de Médicis lo llevó desde Italia. La primera receta de macaron figura en una obra que se remonta a principios del siglo XVII.
En el País Vasco francés, el macaron apareció en San Juan de Luz gracias a la iniciativa de un pastelero, M. Adam, que regaló algunos a Luis XIV por su boda en 1660. Desde entonces, los descendientes del pastelero perpetúan la tradición.
En la corte parisina de Versalles, miembros de la familia Dalloyau, cuyos descendientes fundarían más tarde la casa gastronómica del mismo nombre, sirvieron macarons a la realeza de la entonces gobernante casa de Borbón.
En Lorena, el macaron apareció bajo los auspicios de las Señoras del Santo Sacramento, con una receta que se ha mantenido secreta desde el siglo XVIII. La receta de los macarons de Boulay, fiel a la receta original, surgió en 1854. Estos manjares se caracterizan por una costra crujiente y un interior cremoso.
En la década de 1830 los macarons ya se servían de dos en dos con un relleno de mermeladas, licores y especias. El macaron popular en la actualidad es el macaron Gerbert, creado en los años 1880 en el barrio parisino de Beleville. A continuación, se dio a conocer al público gracias a dos establecimientos: el salón de té Pons del Barrio Latino de París, que ahora ya no existe, y la famosa casa Ladurée, que a partir de mediados del siglo XX les dio un tono pastel u otro para diferenciarlos en función de su sabor.
El macaron tal y como se conoce en la actualidad fue inventado por esa misma pastelería, que también introdujo la noción de «macarons del tiempo» para referirse a aquellos que están a la venta durante tres meses.
Antes el macaron también se conocía bajo el nombre de mazapán, dulce que todavía se compra pero que no tiene el aspecto típico del macaron actual. No obstante, ambos dulces ofrecen un sabor parecido.
Su forma actual azucarada y sabrosa no tiene nada que ver con los macarons de Lorena, que saben a almendra y tienen una costra crujiente y un interior cremoso.
Fuente: Wikipedia
Concretamente estos Macarons están rellenos de ganache de chocolate, y al moderlo podemos apreciar la dulzura almendrada de la galleta, fundirse con el cacao suave y cremoso del ganache.
Ya que éste dulce bocado nos proporciona numerosas maneras de preparación en cuanto a sabores, colores, y decoración, creo que pueden ser una buena forma de expresar mediante un mensaje lo que sentimos por una persona especial, como en este caso, yo lo he hecho con mi mamá. Estamos a la vuelta de la esquina del día de las madres, y ver expresado en una dulce forma lo que sentimos por ella, seguro que le emociona sobremanera.
¡Qué gran pequeño detalle!
Vanessa
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